LOS ESTRAGOS DE LA EDAD (Capítulo 2º del libro)

La edad, los factores genéticos, la inactividad física, la ley de la gravedad y por si fuera poco, a esto le podemos agregar las consecuencias negativas de las condiciones ambientales, contaminación y tóxicos por todas partes, nos puede llevar fácilmente a deducir que la suma total de estos indeseables ingredientes nos conducirá irremediablemente por la senda de un camino, en el cual si no nos preocupamos e intentamos poner algo de remedio por nuestra parte, llegaremos con celeridad a un deterioro prematuro.

La musculatura y por supuesto la piel que la recubre, tienden por naturaleza a perder con el paso del tiempo las características típicas de la juventud, paulatinamente vamos dejando atrás el buen aspecto de poseer una aceptable tonificación y una tersura natural de la piel. El tiempo a medida que vamos sumando años va dejando atrás el aspecto fresco y juvenil. Por el contrario, facilita la llegada de un periodo en el que los músculos ya no parecen estar tan prietos, la piel se va volviendo cada vez más delegada, da comienzo la aparición de las primeras arrugas. Sin remedio vamos adquiriendo la apariencia generalizada de descolgamiento, no solo en la cara, estos efectos no deseados se extienden a todas las zonas de nuestro cuerpo. Aun así, por desalentador que pueda parecer este panorama, todavía podemos tener posibilidades de ralentizar apreciablemente dicho proceso. Podemos y actualmente tenemos a nuestra disposición una serie de recursos que nos pueden ayudar combatir eficazmente y en gran medida los efectos adversos que nos acompañan en nuestro inevitable camino hacia el envejecimiento.

En primer lugar, hoy día tenemos a nuestro alcance, por suerte, el gran recurso de poder recurrir a todo un excepcional arsenal de conocimientos: la interminable fuente de información que pueda ser internet, libros de todo tipo, buenos profesionales que abarcan múltiples y diferentes materias, etc. Disponemos de gimnasios perfectamente equipados hasta en el último rincón de nuestra ciudad o pueblo, asistidos por personal suficientemente preparado para asesorarnos y poder ayudar en la tarea de ejercitarnos, con tal de mantener y alargar en el tiempo nuestra vitalidad y forma física. Proliferan las tiendas de dietética y mejor aún se extiende la venta y el uso de alimentos naturales y saludables, ya no se venden únicamente en tiendas especializadas, por fortuna se está generalizando su consumo a gran parte de la población, ya es posible encontrar productos dietéticos a precios asequibles en los comercios de toda la vida y sobre todo en supermercados. Está en nosotros el deber saber elegir, informarnos adecuadamente para llegar a ser capaces de distinguir entre qué es lo que mejor nos conviene.

Retomando el tema de la gimnasia facial con respecto al envejecimiento. Siempre sugiero que a partir de cierta edad es prácticamente imprescindible ejercitar la musculatura facial y que esta actividad debería estar obligatoriamente incluida dentro de cualquier programa de acondicionamiento físico. Asimismo, irremediablemente recuerdo la importancia que tiene el no centrarse en actuar forma aislada a nivel facial, lo deseable es el acondicionamiento general, el de todo el organismo.

Si bien, en este libro únicamente trataremos las zonas correspondientes al cuello y la cabeza como ya hemos mencionado con anterioridad. Me gustaría precisar la siguiente conclusión. Considero de gran importancia, y que por su propia lógica es presumiblemente fácil de entender esto que expongo a continuación. Es inadmisible pretender poseer una cara o un aspecto facial, que por ejemplo llegue a representar 10 años menos respecto a una edad y por otro lado el cuerpo ofrezca un aspecto 10 años mayor que ese rostro. Tienen que estar en armonía el cuerpo y la cara. Es inevitable, que para alcanzar el objetivo de poseer una apariencia general rejuvenecida han de ir obligatoriamente a la par estos dos aspectos.

Como ya he indicado, tanto la edad, la genética, los factores ambientales, la ley de la gravedad, etc. Influyen decisivamente en la falta de firmeza de la piel y de los músculos. A pesar de todo, podemos encontrar un importante remedio para poner freno a dicho proceso, a través de una serie de ejercicios específicos y adecuados, y si además contamos con el apoyo de una dieta correcta y la asistencia de algunos suplementos dietéticos estratégicamente elegidos, obtendremos grandes ventajas a la hora de disfrutar de una mejor salud y un estupendo aspecto físico.

No hay un momento exacto para que se presente el declive muscular, pero hablando en términos generales diremos que los primeros síntomas suelen comenzar pasados los 30 años.

Una arruga no es tal hasta que la flacidez muscular la marca con cierto dramatismo. Es la falta de firmeza lo que delata el envejecimiento de la piel. Uno puede tener arrugas, de hecho hay gente joven que tiene arrugas, incluso antes de los treinta años, pero a pesar de todo siguen manteniendo su aspecto juvenil, ya que lo que realmente revela la edad de la persona no es primordialmente sus arrugas, sino más que cualquier otro factor es la falta de tersura y firmeza muscular.

Al cabo de los años acaba ocurriendo esto, que el rostro pierde la apariencia de lozanía porque cae la musculatura y aparecen las arrugas, es la combinación de estos dos factores lo que nos lleva inevitablemente a reflejar nuestra edad.

Es seguro que los años no pasan en vano, pero también es cierto que la mayoría de las veces el problema no radica en los años, sino en el estilo de vida que llevamos. A una gran mayoría de la población parece no importarle llevar una vida sedentaria con poca o nula actividad física y una alimentación poco equilibrada.

Pueden existir técnicas y de hecho las hay que nos ayuden a mejorar el aspecto físico de un rostro, como la cirugía estética, múltiples y diferentes tratamientos estéticos, infinidad de cremas y productos de cosmética, etc. Todos estos métodos actúan básicamente a nivel superficial, solamente sobre la piel, sus efectos no actúan en la totalidad y profundidad muscular, no hay mejoras en la biología de los músculos ni beneficios para el sistema circulatorio. En mi opinión el problema principal asociado a la edad, está en la flacidez y la destonificación muscular, este importante inconveniente no queda resuelto por ninguno de los remedios estéticos tradicionales, pueden ayudar en ciertos aspectos, pero ninguno de ellos obligan a una movilización voluntaria de la musculatura, no existen movimientos de flexión y extensión similares a cuando ejercitamos los músculos de cualquier otra parte del cuerpo. Los tratamientos estéticos son válidos, cuando son ellos los que acompañan a la actividad física.

El sedentarismo, la inmovilidad y la inactividad favorecen la aparición de flacidez y caída general de los tejidos, la ausencia de firmeza y tono muscular en el rostro persistirá a pesar de estirar la piel quirúrgicamente, recurrir a infiltraciones o ponerse todas las cremas del mundo. Por el contrario el movimiento y la actividad generan vitalidad, tonificación y firmeza, aspectos obligatoriamente e intrínsecamente ligados a las personas jóvenes.

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