Investigaciones recientes han llegado a la conclusión de que el entrenamiento de fuerza (ejercitarse por medio de resistencias, cargas o pesas) puede contrarrestar la atrofia muscular relacionada con la edad, llamada también sarcopenia.
La sarcopenia es la pérdida gradual y degenerativa de la masa muscular y de la fuerza al envejecer, también agravada y acelerada al llevar una vida con poca actividad o sedentaria. Podemos llegar a perder hasta un tercio de nuestra masa muscular al ir envejeciendo, y sin darnos cuenta en los países desarrollados se comienza a sufrir este padecimiento cada vez a edades más tempranas.
El mantenimiento de la fuerza y el tono muscular a medida que envejecemos pasa a ser un factor clave y de considerable importancia para poder mantener una aceptable calidad de vida y un alto grado de movilidad.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que el entrenamiento con pesas realizado de forma constante y regular no sólo mejoraba la fuerza muscular, sino que hacia disminuir la atrofia o pérdida de masa muscular, además de obligar a huesos y tendones a readaptarse también a la nueva situación mejorando las propiedades fisiológicas de estos. Estas ventajas adquiridas a consecuencia del ejercicio con resistencias tendrían como resultado un efecto protector en lo que respecta a la prevención de lesiones y caídas.
El estudio se centró básicamente sobre los efectos que se pueden obtener como resultado del entrenamiento de fuerza en las personas mayores y cuáles deberían ser las intensidades de trabajo para que los beneficios del ejercicio fuesen los mayores posibles para individuos mayores de 60 años.
La conclusión desprende que mayores intensidades de entrenamiento promueven más y mejores efectos en comparación con intensidades bajas o moderadas. Para llegar a ser capaces de aumentar la masa muscular deberíamos crear un programa de trabajo que estuviese fundamentado sobre una intensidad del 60 al 80 por ciento para una repetición de máxima, y en base a esta medida elaborar la rutina particular a cada individuo con los ejercicios necesarios. La frecuencia ideal de las sesiones de entrenamiento para las personas mayores sanas debería oscilar entre las 3 a 4 sesiones de ejercicios semanales.