
¿Y qué son los radicales libres? Químicamente hablando son moléculas inestables en las que alguno de sus átomos tiene algún electrón con la capacidad de combinarse, lo que da lugar a que sean reactivos. Un radical libre circula por el organismo intentando captar otro electrón de un átomo más estable, con el fin de poder alcanzar su propia estabilidad electroquímica, desarrollando así nocivas reacciones en cadena destructoras de las células. El gran beneficio de los antioxidantes es su potencial para combatir esta situación, debido a la similitud en su estructura atómica, los antioxidantes actúan mediante la donación de electrones a los radicales libres pobres en ellos y este intercambio evita que los nocivos radicales libres tomen electrones de células sanas y las acaben dañando.
Todos los seres vivos nos oxidamos porque necesitamos respirar, se producen radicales libres en todas las reacciones bioquímicas necesarias para utilizar en nuestro provecho el oxígeno, imprescindible para el metabolismo de la obtención de energía celular. El simple acto natural y cotidiano de respirar ya nos oxida, es un hecho intrínseco a la vida aunque resulte paradójico. Al daño celular, producido por la función elemental de llevar a cabo la respiración tenemos que añadirle otros factores, los cuales hacen que vayamos generando y acumulando, a veces peligrosamente, más cantidad de radicales libres.
La mayor producción de éstos elementos se origina durante las reacciones metabólicas para la obtención de energía pero también con en el ejercicio intenso, exposición a radiaciones como los rayos solares, polución ambiental, humo del tabaco, etc. A pesar de todo, el organismo dispone de sus propios recursos, de sistemas antioxidantes que nos permitirán compensar en gran parte los efectos negativos de los radicales libres. Los antioxidantes nos ayudan a retrasar el proceso de envejecimiento, combatiendo y neutralizando los efectos de la degeneración y muerte de las células provocados por los radicales libres. Como ya hemos visto, nuestro cuerpo dispone de un sistema eficaz para controlar a estos perniciosos elementos, y cuanto más sano lo mantengamos más efectivo será. Los antioxidantes asimismo se encuentran ampliamente distribuidos en los alimentos, sobre todo en las frutas y verduras frescas.
El sistema de vida moderno (claro está que me refiero de forma exclusiva al sistema de vida de las sociedades que llamamos avanzadas) facilita y mejora en gran medida nuestra calidad de vida, en relación a cubrir nuestras necesidades básicas, no tenemos escasez de alimentos, podemos disponer de ellos a cualquier hora y en cualquier lugar, podemos elegir qué es lo que queremos comer, tenemos todo tipo de comodidades, disponemos de todo lo necesario para llevar una buena higiene, y al final tenemos médicos y medicinas por si algo falla a pesar de todo. Pero el sistema de vida moderno y me sigo refiriendo únicamente al sistema de vida de las sociedades avanzadas, junto a todos los beneficios que nos facilita, a cambio por desgracia, le acompañan una cantidad importante de inconvenientes. Algunos a tener en cuenta podrían ser: la polución ambiental del aire que nos obliga en cada inspiración a tragarnos gases y partículas de contaminación volcadas artificialmente a la atmósfera por nuestros automóviles, fabricas, calefacciones, aviones, barcos, gases de la ganadería, etc. A esto hay que añadir el efecto producido en la reducción de la capa de ozono que traerá consigo una serie de consecuencias negativas, al llegar más carga de radiación a la superficie de la tierra.
Por desgracia, podríamos continuar largo y tendido con la descripción de los efectos negativos de la contaminación en la atmósfera, pero ahora toca el turno a las aguas. Ya sean de mar, de rio, subterráneas, del grifo o embotelladas. A los mares y océanos van a parar gran parte de los vertidos urbanos e industriales, no sólo reciben las aguas residuales, sino que, en muchas ocasiones los utilizamos como un inmenso vertedero para arrojar las basuras o incluso los residuos radiactivos, a todo esto añadir los accidentes y desastres de plataformas y barcos petrolíferos. Parte de las industrias vierten al mar sustancias altamente tóxicas: cobre, plomo, mercurio, entre otras. Estos metales suelen ser acumulativos, la ingestión continúa de pequeñas cantidades, al cabo del tiempo pueden llegar a alcanzar elevadas concentraciones de metales instalados en los tejidos de cada uno de los organismos vivos, estas sustancias tóxicas acaban siendo ingeridas y depositadas en el cuerpo de los peces, siguiendo la cadena alimenticia, estos posteriormente acabarán siendo consumidos por nosotros. La mayoría de los ríos también sufren de la contaminación industrial, agrícola, ganadera entre otras y al final de todas formas su destino final acabará siendo el mar, contribuyendo a aumentar los desechos volcados en él. Las aguas subterráneas suelen ser más difíciles de contaminar que las superficiales, pero cuando esta contaminación se produce también se hace más difícil de erradicar. Lixiviados de vertederos, residuos urbanos e industriales, fugas de aguas residuales que se infiltran en el terreno, fosas sépticas y acumulaciones de purinas procedentes de las granjas, uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, etc. Todo contribuye a la contaminación de estas aguas. El agua corriente del grifo no se salva de los inconvenientes de la vida moderna, a pesar de que se añade cloro como posible ventaja de desinfección frente a microorganismos, este da lugar a la formación de ciertos compuestos tóxicos que pueden producir cáncer y aceleran el envejecimiento, incluso el agua envasada en recipientes de plástico también presenta tóxicos a causa del contacto del agua con el recipiente de plástico. Ya vemos que actualmente estamos altamente expuestos a sustancias tóxicas como nunca antes. Desde que el ser humano puebla el planeta nunca había estado en contacto con tal cantidad de elementos que atentan contra nuestra salud. Con todo lo anteriormente expuesto no pretendo crear ningún alarmismo y preocuparnos en exceso, únicamente deseo ponerlo en conocimiento, para que tengamos presente y seamos conscientes de los múltiples y diferentes riesgos que existen para nuestra salud, peligros a los que estamos expuestos diariamente. Únicamente trato de facilitar una respuesta y hacer comprender por qué sería aconsejable el uso de antioxidantes en forma de suplementos para complementar nuestra alimentación. Una alimentación equilibrada hace tan solo 100 años, cuando el mundo no padecía de la inmensa contaminación en todos los ecosistemas del planeta, sí que se mostraría efectiva para mantenernos sanos y sin necesidad de recurrir a los antioxidantes. Sin embargo, todavía nos queda por hacer referencia al tema de los nutrientes presentes en los alimentos. Aquí como en lo tratado con anterioridad, veremos las ventajas y los inconvenientes que nos depara la vida moderna. A nivel de alimentación, el progreso y la industria nos han posibilitado, puntualizo en las sociedades avanzadas, un fácil y rápido acceso a los alimentos, no tenemos problemas para conseguirlos, lo tenemos tan fácil que incluso comemos más de lo que necesitamos. Esta es la gran ventaja, en nuestras sociedades prácticamente nadie pasa hambre, tenemos a nuestra disposición toda la comida que queramos o podamos comprar. El inconveniente, siempre lo hay, aunque en este caso no debiera, y se tendrían que extremar todas las precauciones para que esto no sucediese. Resulta que para lograr obtener este nivel de bienestar volvemos en cierta manera a lo explicado anteriormente, pero esta vez no toca hablar de contaminación y de residuos tóxicos, sino otro tipo de toxinas y carencias nutritivas presentes en los propios alimentos.

La mejor forma de consumir antioxidantes como ya he dicho es a base de verduras y frutas frescas, cuanto menos cocinadas más intactas permanecerán sus propiedades y mayor será su valor nutritivo. A pesar de todo, el aporte extra en forma de suplemento merece la pena tenerlo en cuenta sobre todo a partir de una cierta edad, como método preventivo antienvejecimiento. Existen muchas marcas de preparados y suplementos en el mercado para poder elegir, productos que ya incluyen antioxidantes en su composición. Y cuando se administran junto a la dieta apropiada, seguro que nos ayudarán a disfrutar de sus innumerables beneficios nutritivos, nos proporcionarán más vitalidad y salud a pesar del paso de los años. Este artículo es un extracto de uno de los capítulos que podéis encontrar en mi libro "Gimnasia específica para el rejuvenecimiento facial" en el cual también detallo los tipos de antioxidantes y de qué forma deberíamos consumirlos.